Hoy me encuentro con una bella dama
soy Arturo y a ella la llaman Soledad
aveces me extraña y me llama
y luego hablamos de la realidad
la misma pregunta me hace: ¿Cómo estás?
aquí; sentado, triste y solo Soledad
otra vez parece que ya no hay otra más
entonces nota esta contrariedad:
El prólogo fue solo amistad
rápido sentí comodidad en su compañía
por eso me confundí Soledad
porque hasta al cerrar los ojos la veía
después por descuido lo supo
y fui feliz, pero no seguro
solo seguí acercándome a su grupo
y parecía que ya había pasado el gran muro
de repente apareció algo nuevo
mis brazos la pedían a gritos
pero sus respuestas eran como fuego
pues quemaron el intento bendito.
El dolor y la decepción eran normales
sin embargo aún lo intentaba
como niño olvidaba mis males
y volvía como si nada pasara
un día a mi almohada nombré
su hermoso nombre le puse
desde ahí miles de veces la abracé
y la besé en sus labios tan dulces
mas no podía seguir así
así que le conté de mi juego
quizá un error que cometí
porque con dolor rompió mi ruego.
Como lágrimas cayó la verdad
aplastando algunos sueños con su paso
abriendo una herida en carne viva
rompiendo los abrazos que le daban mis brazos
tuve una rara melancolía
extrañaba su presencia
odiaba su ausencia
pues me di cuenta de cuanto la quería.
Así que gran amiga Soledad
hoy que tengo esta gran pena
recurro a ti con toda seguridad
pues eres la única que no me quema.